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jueves, 23 de abril de 2015

OFICIAL: YA NO SOY UN DOPADO




Por Ricard Fernandez (@RickyRun_)

Jamás he recurrido a sustancias prohibidas para mejorar mi rendimiento, jamás. Puedo afirmar con rotundidad que todo lo que en su día conseguí deportivamente hablando, sea mucho o poco, fue de una forma totalmente lícita y limpia. Sin embargo, el 23 de Agosto de 2004, recibí una notificación demoledora de la Real Federación de Atletismo en la que se me informaba que según una muestra analizada en el laboratorio de Madrid del Consejo Superior de Deportes, había dado positivo por EPO. Nunca me lo creí, era imposible porque la EPO no llega al organismo de uno por error, sabía que había gato encerrado en esa acusación y decidí luchar hasta el final para demostrar que se había cometido una terrible injusticia. Como he comentado muchas veces, mi gran amigo Miguel Liñán fue el primero en ayudarme a tirar adelante todas las acciones pertinentes. Hicimos un buen equipo de trabajo al que luego se añadió el abogado Eduardo Bas. Hoy, por fin, ha llegado a mis manos la Sentencia definitiva de la Audiencia Nacional, la que ya no deja lugar a la duda. La que les obliga a indemnizarme por daños y perjuicios por esa falsa acusación, de una vez por todas.



Antes de comentar nada más, adjunto un extracto de la citada Sentencia de la Audiencia Nacional que deja bien claro que NO existió positivo:



Pero antes de llegar a esta resolución tuve que librar la primera parte de esta dura batalla contra la RFEA. Había muchas evidencias que indicaban que todo podría haber sido una estrategia de estos arcaicos dirigentes para encubrir una trama de dopaje mucho más compleja y arraigada en nuestro deporte de lo que hubiera sido deseable. Recordemos el escándalo de la Operación Galgo que estalló posteriormente en 2010 y que para más inri ha quedado impune. Aunque mi caso se remonta a 2004, año olímpico. Por aquel entonces se exigía desde las altas esferas dar una imagen de país que luchaba contra el dopaje, es por eso que tal vez necesitaban un cabeza de turco para "demostrar" que  efectivamente era así y acallar las voces que acusaban a la RFEA, presidida por Odriozola, de encubrir  ciertos positivos de forma interesada en el atletismo. Se puede decir que seguramente yo estaba en el lugar equivocado en el momento más inoportuno. Me tocó a mí porque probablemente reunía las condiciones que ellos necesitaban. Acababa de proclamarme sub-campeón de España absoluto de 10.000m en pista, aunque mi marca no fue suficiente para clasificarme para Atenas. Eso parece ser que les hizo considerar que al haber cumplido treinta años ya no tenía proyección internacional. Además de que fui un atleta al que nunca acabaron de tener a su merced y quizá no contaba con su plena simpatía. El único requisito que no cumplía era que no me dopaba, pero a ellos no pareció importarles demasiado. Bastaba con acusarme, hacerlo público y echarme a los leones, tal y como está esto montado es fácil, por mucho que yo me quejara nadie me iba a creer. En estos casos uno no es inocente hasta que se demuestre lo contrario, sino que es culpable hasta que se demuestra lo contrario. A partir de ahí todo fue un despropósito donde abundaron las irregularidades. Afortunadamente, y tras unos primeros 6 años de lucha, David contra Goliat, una Sentencia del Tribunal de Justicia de Catalunya de 18 de febrero de 2010 anuló la sanción que se me había impuesto al quedar demostrado que NO hubo positivo alguno. La prueba crucial y determinante fue el peritaje del director del laboratorio de Barcelona, que comprobó atónito que habían considerado como positivo unos resultados que no lo eran en absoluto. Aunque, obviamente, a mí ya me habían hundido en la miseria. Esta situación no sólo me afectó a mí, sino también a mi entorno y a mis seres queridos más cercanos, sobretodo a mi familia y a mi pareja en aquel momento, Laura, que vivió esos instantes de mayor angustia sin separarse de mi ni un momento. Y ya de paso habían arrancado de raíz todos mis sueños deportivos, claro está. ¿Quién iba a querer seguir sacrificándose para una Federación que es capaz de hacer algo así? Y todavía ponen en duda de que si fueron ellos los causantes de mi abandono del atletismo profesional

Pero en 2010 hacía tiempo que había dejado de entrenar al más alto nivel y hasta consiguieron que le cogiera cierto hastío a correr. Por suerte, supe reencontrarme con la esencia pura del deporte y disfrutar de nuevo con el atletismo popular. Rehíce mi vida, seguí disfrutando de lo que realmente me gustaba y me reconvertí en runner. Ahí fue cuando nació Ricky Run, mi nuevo yo y la filosofía de vida que desde entonces promuevo y  que impulsa este blog y la mayoría de cosas que hago. 

Tras esta sentencia, la del TSJC de 2010, el propio José María Odriozola, presidente enquistado de la RFEA, me escribió un mail diciendo que "se alegraba" de mi inocencia y que "siempre había creído en mi" y echó la culpa al laboratorio excusándose con un "han cometido un error inexplicable". Entonces me aseguró que se haría una nota de prensa aclarándolo todo. Esa nota nunca se escribió y nunca pronunció una palabra para siquiera exculparme públicamente, es lógico, eso le hubiera puesto en evidencia a él. Demasiadas preguntas sin contestar, demasiadas acciones de dudosa legalidad. Tal fue su grado de hipocresía que hasta recurrieron la sentencia. Increíble pero cierto. Sabían que no ganarían pero puede que pensaran que así alargarían más el proceso y se me quitarían de encima un par de años más.Esa fue la gota que colmó el vaso. Ni siquiera les admitieron a trámite su recurso, era todo tan evidente que hicieron el ridículo. A partir de ahí todo versó en escurrir el bulto, se desentendieron de mí, reconocieron con la boca pequeña que se equivocaron, pero en ningún momento consideraron en resarcir el daño que me habían hecho.

Decidí entonces actuar e imponer un recurso contencioso-administrativo frente a la Administración del Estado  reclamando daños y perjuicios. Tras otros 2 años de juicio y tras escuchar las más absurdas y lamentables excusas de la RFEA y del laboratorio de Madrid, finalmente la evidencia se impuso a tanta desfachatez. Han sido condenados a indemnizarme por haber lesionado mis derechos. Lo podemos leer en el siguiente texto de la Sentencia de la Audiencia Nacional:


He sido víctima de una historia que casi podría tratarse del argumento de una novela. Una historia que ha durado la friolera de 3.888 días, es decir, 10 años, 7 meses y 22 días. Ese es el tiempo en que mi honorabilidad ha estado puesta en duda. Al final sólo me han indemnizado por esos dos años sancionado injustamente, en realidad para mí han sido muchos más. Pero la sentencia argumenta que la lesión ha de ser real, nunca potencial o futura. Lamentablemente nunca podré demostrar lo que podría haber hecho si hubiera seguido entrenando al más alto nivel. Creo que el maratón hubiera sido mi destino y pienso que hubiera tenido mucho que decir y sobretodo mucho que vivir.

Lo que sí quiero reseñar es que mi satisfacción actual no es por el dinero que me hayan podido dar, creo que no existe una cifra suficiente para reparar todo el daño que me han hecho. Me robaron mi vida, mis ilusiones e hicieron que todo el esfuerzo que había realizado hasta la fecha fuera cuestionado. Yo lo único que he reclamado durante esta década es justicia. No discuto ni digo que ahora todos los positivos por dopaje sean inocentes, está claro que no es así. Además ahora creo que se gestiona todo de forma diferente, mucho mejor, con un órgano independiente. Quizá mi caso sea la excepción que confirma la regla, no lo sé. Pero lo que sí es cierto es que he vivido una experiencia que no me merecía. Al menos tantos años de esfuerzo han servido para aprender a luchar, para seguir adelante a pesar de las adversidades, algo muy parecido a una carrera de fondo, mi especialidad. La parte positiva de que te ocurra algo así, si es que podemos decir que la hay, es que compruebas quienes son tus amigos de verdad, los que han estado ahí, los que te han apoyado siempre. A todos ellos se lo agradeceré eternamente, saben quiénes son porque ya me he encargado de darles las gracias antes de nada. Sirve también de paso para deshacerse de aquellos que resulta que no eran tan amigos y eso también es bueno. Ellos también saben quiénes son, si es que tienen conciencia, que supongo que sí.

En cualquier caso, parece que este ha sido el último capítulo de una larga historia que, al menos, ha tenido un final feliz. Me ha dado para empezar a escribir un libro con el que ya llevo tiempo, un libro en el que explico cómo es la vida de un corredor desde que es un niño hasta que llega a profesional y luego, sin más, le arrebatan sus sueños, pero que mantiene la entereza suficiente para seguir luchando y seguir corriendo, en definitiva, seguir disfrutando de lo que le gusta, sin más. De momento lo guardo para mí, quizá lo publique algún día. Todo esto empezó porque me dijeron que era un dopado, pero ahora resulta que ya no lo soy.


FIN
(de esta historia)

 Ricky Run continua...


PD: En este post he intentado no extenderme demasiado. Sobre este tema me he pronunciado otras veces, para conocer lo más significativo a modo de precedentes y más detalles recomiendo leer:



Y un artículo que en su día publicó Alba Díez en La Vanguardia que resume muy bien la historia:




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